LA OCUPACIÓN BAJO LA OCUPACIÓN
“Esta manipulación es uno de los mayores abusos de poder que puede hacerse sobre una comunidad entera, afectando, como lo hace, no sólo al estado psicológico, sino también a la vida ocupacional de toda la comunidad” (Bárbara Lavin, 2002)
“La ocupación bajo la ocupación. Días de conflicto y toque de queda en Belén” es el título bajo el que Bárbara Lavin exponía sus reflexiones sobre la experiencia vivida como terapeuta ocupacional bajo el apartheid ocupacional impuesto por el estado de Israel, tras el comienzo de la segunda Intifada allá por el año 2000, y que fue publicado en el libro “Terapia Ocupacional sin Fronteras. Aprendiendo del espíritu de supervivientes”. No sé muy bien el motivo, pero ese título quedó grabado en mi memoria y no he podido evitar recordarlo en varias ocasiones durante las últimas semanas, hasta el punto de volver a recurrir a su lectura.
Del texto, no recordaba que la experiencia narrada por Bárbara se producía en el marco de un programa de formación de Terapia Ocupacional en la Universidad de Belén, de la que en el año 2000 se graduaría la primera promoción. Veintitrés años después, uno no puede dejar de pensar en cómo será la vida hoy de todas esas terapeutas ocupacionales (si es que siguen vivas) y cómo habrá podido afectar a su relación con la disciplina el silencio obsceno de su comunidad profesional en términos globales.
Habrá quien, sin duda piense, que lo que la comunidad internacional de terapeutas ocupacionales pueda hacer o decir en relación a los abusos continuados de Israel sobre la población palestina, debe ser la menor de las preocupaciones de estas personas. Muy probablemente. Sin embargo, que la promesa profesional y política a la que uno decide destinar su tiempo de vida, pierda el sentido o encuentre el silencio de quienes, en teoría, están comprometidos con ese mismo fin, no deja de parecerme una forma más de violencia. Una manera más de evidenciar la soledad y la indiferencia de quienes nos arrogamos una especial y más elevada conciencia y sensibilidad ante el sufrimiento ocupacional.
Una vez más, un silencio vergonzante y deshumanizador nos retrata y, sinceramente, resulta desalentador para quienes, de manera reiterada, solemos esperar y reclamar de las instituciones que representan a la terapia ocupacional un posicionamiento claro y honesto ante los problemas que afectan a las vidas ocupacionales de los seres humanos alrededor del mundo. Más si cabe, cuando nos hemos dotado de un cuerpo teórico y una taxonomía que permite, con tanta nitidez, poner palabras a los abusos sistemáticos de Israel sobre los territorios y ciudadanos palestinos, hasta llegar al horror extremo que estamos presenciando en Gaza hoy.
Que este silencio solo se rompiese a través de una publicación de AOTA, que hacía mención exclusiva a las víctimas del atentado de Hamas, ni siquiera sorprende. Solo evidencia, con total transparencia, qué vidas importan, las ocupaciones de quiénes nos interpelan, qué es lo significativo y qué sufrimientos merecen ser públicamente reconocidos y aliviados desde nuestros cuerpos institucionales. Ese subtexto que, sin duda, está presente, debería quizá incorporarse explícitamente a un marco de trabajo que tan alegremente otros importamos a nuestra investigación, nuestra docencia, nuestra práctica y, en definitiva, a nuestra forma de estructurar las comprensiones sobre la ocupación humana.
Para terminar, en el primer capítulo del libro antes mencionado, Frank Kronenberg y Nick Pollard, incidían en que “no existe ética pública sin ética personal” y, efectivamente, el silencio institucional en terapia ocupacional habla de nuestros propios silencios. De nuestro propio desinterés, de nuestra falta de empatía, de nuestro clasismo, de nuestro racismo, o de nuestra falta de comprensión sobre cómo determinados problemas globales de índole social impactan en las ocupaciones humanas más relevantes y significativas. Poco se puede esperar, a este respecto, de un ente colectivo, que se alimenta de una ética individual de la ocupación humana, en apariencia, tan débil y precaria.
Y, sin embargo, también sería deseable que, desde lo institucional, se alumbre el camino. O dicho de otro modo, que desde los espacios de representación colectiva se impulse y alimente un pensamiento ético trascendente, elevado, comprometido y conectado con la realidad, que transforme en excepcionales nuestros recurrentes silencios ante las injusticias ocupacionales a las que asistimos cada día.
4 comentarios sobre “LA OCUPACIÓN BAJO LA OCUPACIÓN”
Qué necesario! Gracias Dani!
Gran y necesitaría reflexión.
Me enorgullece encontrar discursos que reivindican la cultura de La Paz y la defensa de los Derechos Humanos en el corazón mismo de nuestra profesión y a su vez, no deja de sorprenderme la doble vara de medir de las instituciones.
Gran reflexión, gracias compañero