Los negocios son los negocios
“El gran peligro de la globalización es que nos empuja a una megalengua común”
Umberto Eco
Hace tan solo unos días, algunos terapeutas ocupacionales hispanohablantes adscritos a una lista común de correos electrónicos, tuvimos conocimiento de la solicitud que la Asociación Argentina de Terapeutas Ocupacionales (AATO) elevó a la WFOT, demandando la traducción al español de los contenidos de las conferencias centrales del próximo Congreso Mundial, que, como se sabe, se celebrará en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) el próximo 2018. La Organización nacional argentina, se hacía así eco también de una solicitud llevada a cabo desde la CLATO tras su última reunión en Costa Rica con los representantes de la WFOT en Latino América.
Pocas semanas después, hemos conocido la decepcionante respuesta de la WFOT, negando la posibilidad de traducción de los contenidos al español, reafirmándose en su “transparente política” de emplear únicamente el “idioma de negocios” del país anfitrión como vía unilateral de comunicación oral y escrita para sus congresos, sin voluntad alguna de “sentar precedentes” que pudieran dejar entrever una sensibilidad más plural hacia los intereses de aquellos/as terapeutas ocupacionales que, al menos sobre el papel, también estamos representados por la WFOT internacionalmente. En base a esto, y temiendo que las cosas no cambien radicalmente, el Congreso Mundial de Ciudad del Cambo se celebrará íntegramente en Inglés, a pesar de que la propia Sudáfrica tiene otros 10 idiomas oficiales reconocidos (ninguno de ellos, al parecer, tampoco lo suficientemente apto para los negocios).
Esta situación, que no deja de ser una restricción en el acceso a una ocupación significativa para una gran comunidad de terapeutas ocupacionales por cuestiones ajenas a su propio control y basadas en políticas esencialmente influenciadas por motivaciones económicas (que cada cual la denomine como considere), supone la excusa perfecta para afrontar lo que siempre me ha parecido la continuación lógica y necesaria de nuestro trabajo (iniciado, por cierto, tras el Congreso Mundial de Chile): “Ética y política: ideas y acciones hacia el bien común en la construcción del futuro de las organizaciones de terapeutas ocupacionales“. Es decir, la necesidad de cuestionar el papel, los fundamentos, las estructuras y las motivaciones de la WFOT, en relación a los terapeutas ocupacionales “a pie de calle”, y el lugar y la misión que las Organizaciones que la integran parecen ocupar; abriendo un debate, sin duda controvertido (especialmente en nuestro contexto), que, al menos en España, todavía no hemos sabido afrontar con la profundidad, el rigor, y, sobre todo, con la honestidad y transparencia que requiere.
Ciertamente el problema del idioma en el ámbito científico es mucho mayor y trasciende a la propia WFOT. Tiene sin duda que ver con progresivos procesos de apropiación y conquista de determinadas esferas, y con formas de ejercer el poder, que condicionan y limitan el acceso al conocimiento, e incluso determinan cuáles son considerados saberes válidos y cuáles no. Por supuesto, bajo la influencia de interés que pueden no estar ni siquiera relacionados con la propia producción científica, o por la progresiva construcción, bajo estas condiciones de desequilibrio de poder, de un “sentido común” que nos lleva a aceptar acríticamente aquello que ha sido definido como “lo normal” o “lo esperado” en ciencia, o, sencillamente, lo más válido y lo único aceptado, si es que se quiere participar de determinados círculos de impacto. Es así como un idioma que ni siquiera es el más hablado del planeta (aunque lo acabará siendo), es impuesto y/o asumido por todos/as como el “idioma de la ciencia”, más aún, como el idioma “sin el que no vas a ningún lado”.
Junto a otros, estos procedimientos, no dejan de ser, como decíamos, formas de exclusión en el acceso a ocupaciones; y la toma de conciencia (ocupacional) al respecto de los mismos, es una forma de señalarlos, hacerlos evidentes, y sin duda, el primer paso necesario para liberarse de ellos. Lo que sorprende, es que sea la propia WFOT, a priori promotora a nivel mundial de la participación e implicación de las personas en ocupaciones cotidianas y valiosas (1), quien restrinja, bajo una fórmula más que evidente, el acceso de un importante número de colegas a una actividad tan señalada y significativa para la producción y divulgación del conocimiento en nuestra disciplina como es el Congreso Mundial, atendiendo a políticas preestablecidas y a motivaciones esencialmente económicas, pero, sobre todo, desoyendo interpelaciones y demandas directas de los posibles participantes y de las organizaciones nacionales y trasnacionales que representan sus intereses. Más incoherentes, si cabe, parecen estas decisiones si uno recurre a la revisión del Documento de Posicionamiento que firma la propia WFOT sobre Diversidad y Cultura en el año 2010, en el que se expresa literalmente que “la diversidad importa, el idioma importa, y los derechos humanos y la inclusión importan” (2). Honestamente, a la luz de los hechos, parecen importar mucho menos que los negocios. Quizá habría que recordarle a la WFOT que cuando los posicionamientos ideológicos públicos no se acompañan de políticas reales que los impulsen, se pierde credibilidad y se sospecha que fueron otros intereses, más relacionados con el marketing y la publicidad, los que motivaron sus publicaciones, y esa imagen de marca, no parece la mejor para el “business”.
Porque hablando de negocios, parece claro que desde una visión esencialmente comercial algo más se le podría exigir a la WFOT desde la comunidad de hispanohablantes (u otras que pudieran igualmente estar quedando excluidas) de estas decisiones: 1) revisión y actualización de sus políticas lingüísticas, 2) coherencia con sus propias declaraciones de posicionamiento y la propia esencia de la profesión, 3) creatividad en la búsqueda de alternativas, 4) priorización la participación frente a los intereses económicos, 5) apertura de canales de comunicación con las organizaciones nacionales para la cobertura conjunta de gastos o la estimación de un número mínimo de participantes de una comunidad en concreto que haga rentable la traducción, 6) revisión y reasignación de costes para sufragar las traducciones frente a otro tipo de gastos, etc.
Claro que para esto sería muy conveniente y enriquecedor que en nuestros propios contextos se hablase de estas cosas, si quiera que hubiese un mínimo de información y transparencia sobre estos procesos o sobre el propio Congreso, y espacios a través de los cuales medir el interés y las posibilidades de movilización a Sudáfrica en 2018 y nuestra capacidad para elevar propuestas y remover conciencias en la Federación. Lamentablemente, estos espacios parecen brillar por su ausencia, desvanecidos en la burocratización y la verticalidad de las estructuras que relacionan al terapeuta ocupacional de “a pie” con la cúpula directiva de la WFOT, tan alejados, al parecer, en sus motivaciones e intereses, tema sobre el que me gustaría centrarme en un futuro post.
Frente a esto, lejos de caer en el desánimo, parece razonable iniciar movilizaciones, y pensar en el Congreso Mundial de Ciudad del Cabo (y en los espacios informales previos y/o posteriores) como una oportunidad única para que este debate se ponga en valor, se evidencie la necesidad de cambio y se plantee abiertamente a la WFOT que los negocios, en ningún caso, pueden estar por encima de las personas.
BIBLIOGRAFIA