Entrevista con Frank Kronenberg: “Las nociones de conciencia ocupacional y de ocupaciones colectivas son intencionalmente políticas”

Entrevista con Frank Kronenberg: “Las nociones de conciencia ocupacional y de ocupaciones colectivas son intencionalmente políticas”

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Una entrevista realizada y traducida por Daniel Emeric y Pablo A. Cantero

Frank Kronenberg es Terapeuta Ocupacional e investigador social. En la actualidad se encuentra realizando su doctorado en la Universidad de Cape Town en Sudáfrica. Cofundador de Shades of Black Works. Activista y cofundador del movimiento internacional “Terapia Ocupacional Sin Fronteras”.

Es académico colaborador de universidades tanto de África como de Norte y Sur América y Europa. Ha desarrollado su labor como terapeuta ocupacional en proyectos en lugares distintos como Estados Unidos, India, Pakistán, México, Guatemala y ahora en Sudáfrica.

1) ¿En qué proyectos está ahora metido Frank Kronenberg?

What projects are you currently involved in?

En primer lugar, deseo felicitarles por la creación de esta importante y oportuna plataforma virtual “Ocupando los márgenes” y les doy las gracias por haberme invitado a contribuir a la reflexión y al debate.

Los “proyectos” por los que me estáis preguntando se refieren a lo que he llegado a considerar como mi “praxis diaria” – una integración de la investigación, la participación comunitaria, la educación, la escritura y la publicación. La lógica y el tipo de coherencia que subyace bajo esta praxis reside en lo que considero, análogamente, los elementos musicales (“melodía, armonía y ritmo”) de la terapia ocupacional: humanidad, ocupación, salud. Ahora voy a referirme brevemente a lo que hago.

A finales de agosto de este año presentaré el proyecto de investigación doctoral que estoy escribiendo actualmente. Se posiciona en lo que podríamos llamar como una “línea en movimiento” (‘the moving line’) entre la terapia ocupacional y la ciencia de la ocupación, aunque se enmarcaría con más precisión como “estudios críticos de los humanos como seres ocupacionales”. El estudio se centra en las afirmaciones y actos de humanidad en la vida cotidiana en la Sudáfrica post-apartheid (1994 — presente) y su impacto en la salud de la gente y de la sociedad (Kronenberg et al, 2015).

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Mis compromisos comunitarios locales en Ciudad del Cabo incluyen la Presidencia de la Junta Directiva de la ONG “Grandmothers Against Poverty and Aids” (“Abuelas Contra la Pobreza y el SIDA”) – GAPA (www.gapa.org) y la puesta en marcha de encuentros Ubuntourism (‘Ubunturismo’) (www.facebook.com/Ubuntourism) con grupos de estudiantes europeos de diversas profesiones que están trabajando en organizaciones y empresas de Ciudad del Cabo a través de “Young Professionals Overseas”, un programa de aprendizaje y servicio internacional de la Universidad de Zuyd en los Países Bajos. GAPA se fundó por un pequeño grupo de abuelas y una terapeuta ocupacional (Kathleen Brodrick) y sus programas encarnan el lema “doing well together” (“hacer bien juntos”).

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Ubuntourism es una de las iniciativas de nuestra empresa de emprendimiento social “Shades of Black Works” (www.shades-of-black.co.za) y ofrece oportunidades a los estudiantes para involucrarse de manera significativa con la historia del colonialismo y el apartheid en Sudáfrica y comprender por qué y cómo éste sigue desempeñando un papel en la vida cotidiana de hoy.

Nuestra experiencia de vivir como una pareja mixta y criando hijas (‘mestizas’) en la Sudáfrica post-apartheid y lo que aprendo (y he aprendido) tanto de mis implicaciones locales con la comunidad como en la investigación, en gran medida genera un interés para que me inviten anualmente a realizar cursos, talleres y charlas en Universidades de Norte América y Sudamérica, Europa y Sudáfrica (y a veces en Australia) así como nuestra continua colaboración con actividades de escritura y publicación.

Por último, creo que es oportuno mencionar que soy miembro del equipo organizador local, al frente del área de marketing, del Congreso Mundial de la Federación Mundial de Terapeutas Ocupacionales (WFOT) que se celebrará del 22-25 mayo de 2018 en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Será el primer congreso de la WFOT (en 66 años) que se llevará a cabo en el continente africano. El lema es: “Connected through diversity, positioned for impact” (“Conectados a través de la diversidad, posicionados para el impacto”).

Firstly, I wish to congratulate you with establishing this timely important virtual platform “Ocupándo los Márgenes” and thank you for inviting me to contribute food for thought and debate.

The “projects” that you are asking about I have come to appreciate as my ‘daily praxis’—an integration of research, community engagements, education, writing and publishing. The logic and kind of coherence that underlies this praxis is captured by what I regard as the musical elements (‘melody, harmony, rhythm’) of occupational therapy: humanity, occupation, health. I will now briefly elaborate on what I do.

By the end of August 2016 the doctoral research project that I am currently writing up is to be submitted. It is positioned on what I framed as ‘the moving line’ between occupational therapy and occupational science, although the latter would be more accurately framed as ‘critical studies of humans as occupational beings’. The study focuses on everyday life humanity affirmations and enactments in post-apartheid South Africa and their impact on people’s and society’s health (Kronenberg et al, 2015).

My local community engagements include serving as the (hands-on) chairperson of the Board of Directors of the Cape Town based Non-Profit Organization Grandmothers Against Poverty and Aids – GAPA (www.gapa.org) and running Ubuntourism encounters (www.facebook.com/Ubuntourism) with groups of European students from a variety of professions who are placed at Cape Town organizations and companies by Young Professionals Overseas, an international learning and service program of Zuyd University in the Netherlands.

GAPA was founded by a small group of grandmothers and an occupational therapist (Kathleen Brodrick) and its programs embody the motto ‘doing well together’.

Ubuntourism is one of the initiatives of our social entrepreneurship company Shades of Black Works (www.shades-of-black.co.za) and it offers the students facilitated opportunities to meaningfully engage with South Africa’s history of colonialism and Apartheid and why and how this continues to play out in everyday life today.

Our experiences of living as a mixed race couple and raising (mixed race) children in post-apartheid South Africa and what I learn(ed) from my local community and research engagements largely inform the courses, workshops and talks that I get invited to present annually at universities in North and South America, Europe and South Africa (and at times in Australasia) and our on-going collaborative writing and publishing activities.

Lastly, I guess it is appropriate to mention that I am a member of the local organizing team of the World Federation of Occupational Therapists (WFOT) world congress in Cape Town, South Africa, heading the marketing portfolio. It will be the first ever WFOT congress (in 66 years) to be staged on the African continent from 22-25 May 2018. The motto is ‘Connected through diversity, positioned for impact’.

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2) En los últimos años, Elelwani y tú habéis puesto en circulación dos conceptos que pueden resultar de enorme utilidad a la hora de enmarcar desde la Terapia Ocupacional los problemas que se plantean en la realidad. Conciencia Ocupacional. Ocupaciones Colectivas. ¿Podrías ofrecernos alguna aproximación a ellos para su comprensión?

2) In recent years, Elelwani and you have introduced and put into circulation two concepts that can be very useful when it comes to framing the problems that arise in reality: occupational consciousness and collective occupations. Could you give us some approximation of how these can be understood?

Seguramente sea demasiado pronto para saber en qué medida estos conceptos pueden llegar a ser útiles. Pero creo que en lo que podemos estar de acuerdo con un cierto grado de certeza es que los conceptos convencionales, dominantes en la terapia ocupacional que están (típicamente) enmarcados dentro de un modelo biomédico de la salud y aplicados mayoritariamente dentro de los espacios institucionales no nos permiten (o lo hacen insuficientemente) identificar, teorizar y responder desde la práctica a lo que la AOTA presentó en su “Visión del Centenario 2017″ como el objetivo o fin último de nuestra profesión: “satisfacer las necesidades ocupacionales de la sociedad” (AOTA, 2008). La problematización de este mandato y su realización, de hecho, pueden ser explicadas usando las nociones de ocupaciones colectivas y conciencia ocupacional. Volveré a esta idea más tarde.

Mis compromisos tanto locales como globales con estudiantes y profesores de terapia ocupacional en el último par de años han incluido numerosas introducciones a los conceptos emergentes: ocupaciones colectivas y conciencia ocupacional. Aunque siempre es alentador encontrar interés en este nuevo lenguaje, ha quedado claro que para poder entender y apreciar estas nuevas herramientas de pensamiento y de comunicación, antes de considerar las preguntas instrumentales “QUÉ” significan estos conceptos y “CÓMO” pueden aplicarse en la vida cotidiana y en la práctica profesional, es necesario abordar el “POR QUÉ”, la cuestión de los valores y las relaciones de poder. Esto tiene que ver con la historización, con situar los orígenes de estos conceptos y su evolución hasta la fecha.

POR QUÉ

Tanto el concepto de ocupaciones colectivas (2013, 2010) como el de conciencia ocupacional (2015, 2012, 2009) han sido acuñados en la Sudáfrica post-apartheid. Esto ha estado en parte motivado por el interés de los autores acerca de la preocupación exclusiva de la terapia ocupacional dominante por cómo determinados (grupos de) clientes individuales están y hacen en sus contextos de vida cotidiana. Este enfoque estrecho, apolítico de la prestación de servicios puede dar como resultando que la profesión alcance un cierto grado de poder económico y social, pero mal-posiciona y, sobre todo, cabe preguntarse si prepara a los terapeutas ocupacionales para responder de manera significativa a cómo están haciendo juntos los diversos pueblos que componen nuestra todavía profundamente dividida, herida y violenta sociedad. La preocupación de los autores es explícitamente política, en el sentido que Aristóteles sostenía de que “ser político es preocuparse por lo que es bueno y malo para el hombre” (Kronenberg et al, 2015), es decir, los seres humanos, la humanidad, y por lo tanto, las nociones de conciencia ocupacional y de ocupaciones colectivas son también intencionalmente políticas.

Para entender mejor por qué estos conceptos fueron acuñados y se están desarrollando en el Sudáfrica post-apartheid se requiere que los lectores cambien de posición: desde escenarios de intervenciones tradicionales e institucionales a situaciones de la vida diaria en la sociedad en general; de tratar a los pacientes individuales que se presentan con un diagnóstico médico, a la propia sociedad como el “paciente” que se presenta con una condición patológica probablemente crónica y resistente a las “drogas”. Etiológicamente esta condición se remonta más allá del establecimiento del gobierno del Apartheid en 1948, a los inicios del colonialismo a mediados del siglo XVII. Una de las claves-mecanismos de poder a través del cual el colonialismo (y el Apartheid de forma incluso más explícita) se implementó es a través de la deshumanización de las poblaciones indígenas, que consistía básicamente en definir la política del ser humano: quién era y quién no, o tal vez quien era más o menos humano. Estas políticas determinaron quienes eran más y quienes menos merecedores de acceso a los recursos que son fundamentales para el sostenimiento digno de los medios de vida.

Teniendo en cuenta esta larga, profunda y problemática etiología de deshumanización que sigue afectando estructuralmente a la condición humana y a la salud de la sociedad en que vivimos y trabajamos como terapeutas ocupacionales, uno no puede sino cambiar la posición y en consecuencia repensar la terapia ocupacional a fin de que nuestra profesión se convierta en un recurso más sensible y responsable en los procesos de promoción del bienestar de todas las personas y de la sociedad. Este reposicionamiento se ha de producir desde el centro del poder dominante (“la modernidad occidental”) a las periferias emergentes (“las epistemologías del sur”) donde se encuentra la población mayoritaria del mundo. Este reposicionamiento también implica un cambio de mentalidad desde las racionalidades apolíticas, ahistóricas, acríticas hacia posiciones políticas, históricas y críticas, que combinadas reconocen que la promoción de la salud de toda la humanidad, requiere fundamentalmente la ruptura de círculos viciosos de deshumanización, que resuenan con la noción de apartheid ocupacional (Kronenberg y Pollard, 2004) y el cultivo de ciclos virtuosos de humanización (Kronenberg et al, 2015). Los nuevos conceptos de ocupaciones colectivas y conciencia ocupacional han surgido y se han desarrollado en parte en respuesta a este formidable desafío. Y aunque es significativo que la Sudáfrica post-apartheid sea el lugar de nacimiento de estos términos, teniendo en cuenta también que los paleontólogos la reconocen como “la cuna de la humanidad” (el origen de los “homínidos”, el hombre moderno), anticipamos que la necesidad de interrumpir los ciclos de deshumanización en la vida cotidiana y cultivar y fortalecer la humanización es una demanda tanto a nivel local como global.

QUÉ

Ahora que tenemos algunos antecedentes en cuanto a “PORQUÉ” han surgido y se están desarrollando estos nuevos conceptos, vamos a describir brevemente de qué se tratan y cómo podrían ser utilizados tanto en la vida cotidiana como en la práctica profesional.

La conciencia ocupacional nos habla de la capacidad continua para reconocer y conocer la existencia de dinámicas hegemónicas, la apreciación del papel de las ocupaciones en la vida diaria, individuales y colectivas, en la perpetuación de dichas prácticas dominantes, y una evaluación de sus consecuencias resultantes para el bienestar y la salud de los individuos y la comunidad. El componente de la conciencia en éste termino se enmarca en las perspectivas poscoloniales, abordadas especialmente por el sudafricano Stephen Bantu Biko (activista anti-apartheid y fundador del Movimiento de Conciencia Negro) y Frantz Fanon (psiquiatra, filósofo, revolucionario y escritor) nacido en la Martinica afrocaribeña y conectado con la filosofía de la liberación; así como la obra del filósofo argentino-mexicano Enrique Dussel. Estas perspectivas llaman la atención sobre las persistentes relaciones intersubjetivas desiguales que interaccionan dinámicamente a través de la ocupación humana. La conciencia ocupacional se desarrolló como una noción crítica que enmarca el hacer cotidiano como una respuesta potencialmente liberadora (y posiblemente humanizante) a las estructuras sociales opresivas (y deshumanizantes), tanto local como globalmente (Ramugondo, 2015).

El concepto de ocupaciones colectivas se refiere a las ocupaciones en las que se involucran los individuos, grupos, comunidades y/o sociedades en contextos cotidianos; éstas pueden reflejar una intención hacia la cohesión social o la disfunción, y/o el avance o la aversión hacia un bien común.

Las ocupaciones colectivas pueden tener consecuencias que benefician a algunas poblaciones y no a otras. La definición que proponemos presupone la importancia de la intencionalidad con respecto a la participación humana colectiva. El “bien común”, sin embargo, debe seguir siendo controvertido, lo que exige un proceso social de consenso que en sí mismo puede reflejar la ocupación humana colectiva; tales como la participación de la sociedad en los espacios de consulta o representación política en una sociedad determinada. Mientras que la ocupación como un constructo ha sido explorada en detalle tanto en la ciencia ocupacional como en la literatura de la terapia ocupacional, no se ha prestado suficiente atención a lo que impulsa la participación humana colectiva.

Además, el reciente énfasis de las perspectivas socio-culturales de la ocupación recogido en la literatura no ha abordado de manera adecuada la persistente visión dicotómica de lo individual frente a lo colectivo. Los seres humanos, como parte del contexto, no han sido suficientemente destacados. Mediante la introducción de la noción de “intencionalidad” en la explicación de la ocupación, algo que se puede extraer de la ética del Ubuntu (una ética interactiva africana), para demostrar cómo las ocupaciones colectivas se manifiestan en un continuo entre las relaciones opresivas (deshumanizantes) y liberadoras (humanizantes). El concepto ocupaciones colectivas intenta cerrar la dicotomía individuo vs colectivo en la conceptualización de la ocupación humana. Creemos que este enfoque teleológico de la ocupación, que destaca la interconexión entre lo individual y lo colectivo, tiene el potencial de sentar las bases para estudios (críticos) socialmente orientados de la ocupación humana, así como una práctica e investigación social de la terapia ocupacional (Ramugondo y Kronenberg, 2013).

CÓMO

Ahora vamos a volver a la preocupación que he compartido anteriormente con respecto a la “Visión del Centenario 2017” de la AOTA. Me gustaría ilustrar “CÓMO” los conceptos de ocupaciones colectivas y conciencia ocupacional nos permiten reflexionar y posiblemente resolver el reto de reducir la brecha entre nuestro propósito último, como propone la AOTA, de “satisfacer las necesidades ocupacionales de la sociedad” con el lugar donde nuestra profesión está posicionada actualmente y para qué demandas está realmente preparada para dar respuesta.

La “Visión del Centenario” de la AOTA dice exactamente: ”Para el año 2017 (…) nos imaginamos que la terapia ocupacional es una profesión potente, ampliamente reconocida, impulsada científicamente, basada en la evidencia, una fuerza personal diversa y globalmente conectada para satisfacer las necesidades ocupacionales de la sociedad”. (AOTA, 2006)

Mientras que nuestras prácticas profesionales (intervenciones, educación, investigación, teorización, escritura y publicaciones, participación en asociaciones, congresos, etc.) pueden ser considerados como la encarnación de ocupaciones colectivas, la conciencia ocupacional nos lleva a cuestionar hasta qué punto lo que estamos haciendo (o podemos de hecho, no estar haciendo, pero tal vez deberíamos en su lugar) como profesionales, es el reflejo de una intención hacia la cohesión social o la disfunción, y/o el avance o la aversión hacia un bien común.

Tradicionalmente nuestra profesión estaba y sigue estando predominante y exclusivamente preocupada por y atenta a cómo determinados grupos de personas (“consumidores”) están y hacen en sus contextos sociales cotidianos y no a la cuestión de cómo estamos y hacemos juntos como sociedad. En realidad, el Neoliberalismo, que constituye sin duda hoy el “orden” económico y político globalizado dominante, está supuestamente basado en la premisa de que “no hay sociedad […] sólo existen los individuos y las familias”, como Margaret Thatcher, ex Primera Ministra de Reino Unido, afirmó en 1987.

Esto se traduce en una cultura impulsada por un individualismo extremo, en el que cada individuo sea el principal responsable de su propia salud, haciendo caso omiso de forma descarada de las condiciones cotidianas extremadamente desiguales producidas históricamente, también conocidas como “los determinantes sociales de la salud” que impactan significativamente sobre la salud de las personas y de la sociedad.

Así pues, nuestra contribución profesional, nuestro valor añadido (ocupando el lenguaje neoliberal) para el mundo es que nosotros seamos (lleguemos a ser) capaces de “satisfacer las necesidades ocupacionales de la sociedad”, lo que parece que se opone a la posición hegemónica de que no existe la sociedad. Esto requiere por nuestra parte explicar: ¿Qué entendemos por “sociedad”?; ¿Qué es lo que entendemos por “sus necesidades ocupacionales”?; y ¿Cómo vamos a “evaluarlas” (si se trata de un término apropiado para su uso) y “satisfacer estas”? Una aplicación de la conciencia ocupacional proporcionaría una propuesta para invertir el orden de la “Visión del Centenario”, destacando la intencionalidad colectiva de nuestra profesión (nuestro “por qué”): “Para poder satisfacer las necesidades ocupacionales de la sociedad, ¿Qué requiere que la terapia ocupacional sea o haga? (nuestro qué y cómo)?

Well, to what extent these concepts may become useful is surely too early to say. But I think what can be argued with a degree of certainty is that conventional, dominant occupational therapy concepts which are (typically) framed within a biomedical model of health and applied mostly within institutional settings do not or insufficiently allow us to identify, theorize and practically respond to what the AOTA in its 2017 Centennial Vision presents as our profession’s ultimate telos or purpose: ‘meeting society’s occupational needs’ (AOTA, 2008). And this realization and problematization can in fact be explained using the notions of collective occupations and occupational consciousness. I will return to this statement later on.

My annual global and local engagements with occupational therapy students and educators over the past couple of years included ‘101’ introductions to the emerging concepts collective occupations and occupational consciousness. Although it is always encouraging to encounter interest in this new language, it has become clear that in order to fully understand and appreciate these new thinking and communication tools, before unpacking the theoretical and practical instrumental rationalities questions ‘WHAT’ do these concepts mean and ‘HOW’ can they be applied in everyday life and professional practice, the values and power rationality question ‘WHY’ needs to be addressed, historicizing, situating the origins of these concepts and their evolution to date.

WHY

Both collective occupations (2013, 2010) and occupational consciousness (2015, 2012, 2009) were coined in post-apartheid South Africa. This was in part prompted by the authors’ concern about dominant occupational therapy’s exclusive preoccupation with how certain (groups of) individual clients are doing in their everyday life contexts.

This narrow, apolitical approach to service provision may result in the profession achieving a certain degree of economic and social power, but it ill-positions and ill-prepares occupational therapists to meaningfully respond to how the diverse peoples who make up current South Africa’s still deeply divided, wounded and violent society are doing together.

The authors’ concern is explicitly political, which Aristotle argued is about ’being concerned about what is good and bad for Man’ (Kronenberg et al, 2015), that is, mankind, humanity, and therefore the notions occupational consciousness and collective occupations are also intentionally political.

To further understand why these concepts were coined and are being developed in post-apartheid South Africa requires readers to shift positions: from traditional institutional intervention settings to everyday life situations in the society at large; from treating individual patients who present with a medical diagnosis to regarding society itself as the ‘patient’ who presents with a likely chronic and drugs resistant pathological condition. This can etiologically be traced back further than the establishment of Apartheid rule in 1948, to the beginnings of colonialism in the mid seventeenth Century.

One of the key-mechanisms of power through which colonialism (and Apartheid in even more explicit ways) was exercised is the dehumanization of the indigenous populations. It was basically about the politics of being human: who was and who wasn’t or perhaps who was more human and who was less human, These politics determined who was more and who was less deserving of access to resources that are fundamental to sustaining dignified livelihoods.

Considering this long deeply problematic etiology of dehumanization which continues to structurally affect the human and health condition of the society in which we live and work as occupational therapists, one cannot but reposition and consequently rethink occupational therapy in order to enable our profession to become a (more) contextually responsive resource in the process of advancing all people’s and society’s wellbeing. This repositioning is from the dominant center of power (‘Western Modernity’) to the emerging peripheries (‘epistemologies of the South’) where the world’s majority population is situated. This repositioning also requires a mind-shift from apolitical, ahistorical, acritical rationalities towards political, historical, critical positions, which combined recognize that promoting the health of all humanity fundamentally requires disruptions of vicious cycles of dehumanization, which resonate with the notion occupational apartheid (Kronenberg & Pollard, 2004), and the cultivation of virtuous cycles of humanization (Kronenberg et al, 2015). The new concepts collective occupations and occupational consciousness have come about and are being developed partly in response to this formidable challenge. And although it is appropriate that post-apartheid South Africa is the birth place of these terms, also taking into account that paleontologists recognize it as ‘the cradle of human kind’ (the origin of the ‘hominids’, Modern man), we anticipate that the need to disrupt cycles of dehumanization in everyday life and cultivate and strengthen humanization is called for locally as well as globally.

WHAT

Now that you have some background as to ‘WHY’ these new concepts have come about and are being developed, let’s now briefly describe what they are about an how they might be used in everyday life and professional practice.

Occupational consciousness is about an ongoing awareness of the dynamics of hegemony and recognition that dominant practices are sustained through what people do every day, with implications for personal and collective health. The consciousness component in this terminology is framed from post-colonial perspectives, notably work by the South African Stephen Bantu Biko—anti-apartheid activist and founder of the Black Consciousness Movement, and the Martinique-born Afro-Caribbean Frantz Fanon—psychiatrist, philosopher, revolutionary, and writer, and grounded in the philosophy of liberation, also including the work of the Argentinian-Mexican philosopher Enrique Dussel. These perspectives draw attention to persistent unequal intersubjective relations that play out through human occupation. Occupational consciousness is developed as a critical notion that frames everyday doing as a potentially liberating (and possibly humanizing) response to oppressive (and dehumanizing) social structures, locally and globally (Ramugondo, 2015).

Collective occupations are about occupations that are engaged in by individuals, groups, communities and/or societies in everyday contexts; these may reflect an intention towards social cohesion or dysfunction, and/or advancement of or aversion to a common good.

Collective occupations may have consequences that benefit some populations and not others. The definition we propose pre-supposes the importance of intentionality with respect to collective human engagement. The ‘common good’ however, must remain contentious, necessitating a social process for consensus which in itself may reflect collective human occupation; such as public participation in referenda or policy frameworks within a given society. While occupation as a construct has been explored in detail in both occupational science and occupational therapy literature, there has been insufficient attention paid to what drives collective human engagement.

In addition, the recent emphasis in the literature on socio-cultural perspectives of occupation has not adequately addressed a persistent dichotomous view of the individual versus the collective. Humans as part of context have not been sufficiently foregrounded. By introducing the notion of ‘intentionality’ in the explanation of occupation, and drawing from Ubuntu—an African interactive ethic, to demonstrate how collective occupations manifest on a continuum between oppressive (dehumanizing) and liberating (humanizing) relationships. The concept collective occupation intends to bridge the individual-collective dichotomy in the conceptualization of human occupation. We think that this teleological approach to occupation which highlights interconnectedness between the individual and the collective has the potential to lay the foundation for socially oriented (critical) studies of human occupation, as well as a social practice and scholarship of occupational therapy (Ramugondo & Kronenberg, 2013).

HOW

Let’s now return to the concern that I shared earlier regarding the AOTA’s 2017 Centennial Vision, to illustrate ‘HOW’ the concepts collective occupations and occupational consciousness may enable us to think through and possibly resolve the challenge of bridging the gap between our ultimate purpose ‘meeting society’s occupational needs’ (as proposed by the AOTA) and where our profession is currently positioned and what it is actually (more) prepared to respond to.

The complete Centennial Vision reads as follows: ‘By the year 2017…we envision that occupational therapy is a powerful, widely recognized, science-driven, and evidence-based profession with a globally connected and diverse workforce meeting society’s occupational needs (AOTA, 2008).

Whilst our professional practices (interventions, education, research, theorizing, writing and publishing, involvement in associations, congresses, etcetera) can be regarded as embodying collective occupations, occupational consciousness prompts us to interrogate to what extent that which we are doing (or may in fact not be doing but perhaps should be doing instead) as professionals is reflective of an intention towards social cohesion or dysfunction, and/or advancement of or aversion to a common good.

Traditionally our profession was and continues to be predominantly and exclusively concerned with and responsive to how certain (groups of) individuals (‘consumers’) are doing in their everyday social contexts and still not (also) with how we are doing together as a society. In actual fact, Neoliberalism, which arguably constitutes today’s globalized dominant economic and political ‘order’, is supposedly based on the premise that ‘there is no such thing as society […] there are only individuals and families’, as Margaret Thatcher, former English prime minister, had declared back in 1987.

This translates into a culture lead by extreme individualism, making every individual primarily responsible for his or her own health, shamelessly ignoring the historically produced grossly unequal everyday life conditions, also referred to as ‘the social determinants’, that significantly impact on people’s and society’s health.

So, if our professional contribution, our value-add (to occupy Neoliberal speak) to the world is (to be) that we are ‘meeting society’s occupational needs’, then we seem to be opposing the hegemonic stance that society does not exist. This then requires us to explicate what we mean by ‘society’, what do we understand as ‘its occupational needs’ and how are we to go about ‘assessing’ (if this is an appropriate term to use) and ‘meeting’ these? An application of occupational consciousness may generate a proposal to reverse the order of the Centennial Vision, foregrounding our profession’s collective intentionality (our ‘WHY’): ‘In order to meet society’s occupational needs requires occupational therapy to be and do … (our WHAT and HOW)?

3) En tu última visita a España en noviembre del pasado año apuntaste reflexiones sobre las ocupaciones humanizantes, ¿qué aporta este concepto en relación a la tradicional visión de las ocupaciones humanas?

3) In one of your last visits to Spain you shared reflections on humanizing occupations. How does this concept contribute to the traditional view of human occupations?

Aunque desde principios de los 2000 algunos autores han venido señalando casos en los que las ocupaciones humanas son realmente perjudiciales para la salud, una revisión de la literatura en inglés sobre terapia ocupacional y ciencia de la ocupación acerca de las definiciones de ocupación humana, salud, y su interrelación, encuentra escasas evidencias con respecto a las nociones de “humanidad” y “humanización”. La ocupación humana ha sido tratada principalmente desde perspectivas individualistas y benignas, mientras que la humanidad (entendida como una actitud o las características de una persona que pertenece a la especie humana, así como también todas las personas que constituyen la “especie humana” que viven en el Planeta Tierra y las manifestaciones negativas de su obrar (acciones que incorporan la inhumanidad) se han pasado por alto o bien se han dado por sentadas. Un intento por abordar esta “brecha”, forma parte de la razón fundamental de mi doctorado en el que identifico lo que llamo una “crisis de salud de la humanidad” (Kronenberg et al, 2015). En el fundamento filosófico y teórico propongo que la interrelación de la ocupación humana y la salud en el contexto de la vida cotidiana se manifiesta en un continuo de casos que pueden afirmar y negar nuestra humanidad, ya sea promoviendo o perjudicando nuestra salud individual y colectiva (Kronenberg et al, 2015).

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También, existe una tendencia a referirse a nuestro concepto–nuclear como “ocupación” en vez de “ocupación humana”, posiblemente debido a que se puede considerar una especie de tautología combinar “ocupación” y “humana”, si se considera que sólo los seres humanos ocupan y que ninguna otra especie viviente lo hace. Sin embargo, en el contexto de la generación de discurso y prácticas en materia de “ocupaciones humanizantes”, me parece conceptual, didáctica y pedagógicamente apropiado y útil para alertarnos del hecho de que si bien (hablando ontológicamente) toda la ocupación es de hecho humana, no todas las ocupaciones son necesariamente humanas y/o humanizantes. Esto se explica además por la yuxtaposición dentro de otra analogía, en lugar de creer que los seres humanos son violentos por naturaleza, Johan Galtung – sociólogo noruego, matemático y el principal fundador de la disciplina de los estudios de paz y conflicto – ofrece el contra-argumento de que los seres humanos tienen el potencial de ser violentos al igual que tienen el potencial de amar. Por lo tanto, tenemos que comprometernos a aprender acerca de las condiciones que ponen en evidencia lo uno o lo otro (Galtung, 2004). En el caso de la ocupación humana, ¿Qué condiciones o ejemplos afirman y cuáles niegan la humanidad?; ¿Cuándo se hace manifiesta la ocupación humana en formas que se experimentan como deshumanizantes y cuándo como humanizantes? También en términos de “ocupación” como nuestro objeto de estudio, cuando nos referimos a “la ocupación humana”, es posible recordar el riesgo (excesivo) de objetivar nuestro tema de estudio, que es en realidad un sujeto. Pues de no hacerlo podríamos estar convirtiendo a una persona o personas en objetos para el estudio que podrían acabar siendo deshumanizados, al igual que nosotros como investigadores.

Un reposicionamiento de la terapia ocupacional desde el centro dominante a los márgenes de la sociedad, que están poblados por lo que puede llamarse el “mundo mayoritario”, consecuentemente también requiere un replanteamiento de su concepto central, la ocupación humana. Lo que parece constituir un cambio en la teorización sobre la ocupación humana es un reposicionamiento desde “los seres humanos que ocupan” – el discurso dominante tradicional, llevando al primer plano “los seres humanos que están ocupados”. La redefinición telegráfica que propuse de la ocupación humana es: aquello que ocupa en contexto, los recursos disponibles para los seres humanos”. La noción de “aquello” se refiere a dos dimensiones interrelacionadas: 1) lo que los humanos hacen y no hacen todos los días, que se hace con (recursos) y para (o con implicaciones para) ellos mismos y los demás (y el medio ambiente), y esto puede, en cierta, medida ser observado; 2) un complejo esquema de creencias, valores, racionalidades (posiblemente no cuestionadas) que dan forma a nuestras (más o menos conscientes) intencionalidades, que no se pueden observar directamente. La ocupación humana siempre se encuentra encarnada (persona, agencia) y embebida (contexto, estructura). Para un propósito analítico, y dependiendo de las condiciones históricas particulares, las posibilidades de la ocupación humana se manifiestan en diferentes continuos, por ejemplo: hacer/no hacer, ordinaria/extraordinaria, político/apolítico, significativa/sin sentido, social/asocial, histórica/a histórica, constructiva/destructiva, intencional/no intencional, humanizante/deshumanizante, de promoción de la salud/daño de la salud, no violenta/violenta, etc.

La noción de “recursos” se refiere a medios y oportunidades, que pueden ser tanto internos como externos, individuales y colectivos, privados y públicos, materiales (territorio, vivienda, agua, trabajo, dinero, institucionales, etc.) e inmateriales (espirituales, relaciones, intelectuales, conocimientos, capacidades, tiempo, experiencias, etcétera). El significado de “disponible” tiene que ver con la existencia de recursos, que pueden no ser considerados por algunas personas como disponibles para algunas otras personas y/o contextos relacionados por razones endógenas y/o exógenas. Por ejemplo, el acceso a la educación está garantizado por la Constitución de Sudáfrica, pero puede que no sea accesible. O si bien, el acceso a determinados recursos está garantizado, la inferioridad interiorizada puede no permitir a una persona considerar el recurso disponible, quizás debido al miedo a no ser capaz de desempeñar con éxito la utilización del mismo. La noción de “seres humanos”, literalmente hablando, desde el 31 de octubre de 2011, nuestro Planeta Tierra alberga a más de 7 mil millones de nosotros, seres ocupacionales. El hecho de llegar a esta estadística implica un conjunto de características comunes que permiten a los seres humanos ser identificados y considerados como tales. Sin embargo, una mirada crítica a la historia humana, revela que algunos seres humanos cuentan (importan) más como humanos que los demás, es decir, la noción de lo que son los “seres humanos” constituye una cuestión de “la política del ser humano” (Kronenberg et al, 2015).

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Although since the early 2000’s some authors have been pointing to instances in which human occupations are actually harmful to health, a review of definitions of human occupation, health and their interrelationship in the English language, occupational therapy and occupational science literature encounters scarce evidence of discourse regarding the notions of ‘humanity’ and ‘humanizing’. Human occupation is predominantly treated from individualistic and benign perspectives, whilst its (humanity as mankind) and negative manifestations (doings embodying inhumanity) may either be overlooked or taken for granted. In an attempt to address this ‘gap’, in my PhD’s rationale I identify what I call a ‘humanity health crisis’ and in the philosophical and theoretical foundation I propose that the human occupation—health interrelationship within the context of everyday life manifests on a continuum of instances that are affirming and negating our humanity and may as such either promote or harm our individual and collective health (Kronenberg et al, 2015).

There also exists a tendency to refer to our core-concept as ‘occupation’ instead of ‘human occupation’, possibly because it may be considered a kind of tautology to combine ‘human’ and ‘occupation’, if one considers that only humans occupy, that no other living species do. However, within the context of generating discourse and practices regarding ‘humanizing occupations’, I find it conceptually and didactically (and pedagogically) appropriate and useful to alert us to the fact that although (ontologically speaking) all occupation may indeed be human, not all human occupation is necessarily humane and/or humanizing. This can be further explained by juxtaposing it within another analogy, instead of believing that humans are violent by nature, Johan Galtung—a Norwegian sociologist, mathematician and the principal founder of the discipline of peace and conflict studies, offers the counter-argument that humans have the potential to be violent just as they have the potential to love. Therefore, we ought to commit to learning about the conditions that bring out the one or the other (Galtung, 2004). In the case of human occupation, what conditions or instances affirm and which ones negate humanity, when does human occupation manifest in ways that are experienced as dehumanizing and when as humanizing? Also in terms of ‘occupation’ as our object of study, when it is ‘human occupation’, we may be reminded of the risk to (overly) objectify our topic of study, which is in actual fact a subject, otherwise we might be turning a person or people into objects for the purpose of study which may then be dehumanizing them and us.

A repositioning of occupational therapy from the dominant center to the margins of society which are populated by what can be called the ‘majority world’, consequentially also requires a reframing of its core concept human occupation. What appears to constitute a shift in theorizing about human occupation is a repositioning of ‘humans who occupy’—the traditional dominant discourse, to foregrounding ‘humans who are occupied’. The short-hand redefinition that I proposed of human occupation is: ‘That which occupies in context, resources available to humans’. The notion of ‘that’ refers to two interrelated dimensions: 1) what humans do (and do not do every day), which is done with (resources) and to (having implications for) ourselves and others (and the environment), and this can to some extent be observed; 2) a complex schema of (possibly unquestioned) beliefs, values, rationalities that shape our (more or less conscious) intentionalities, which cannot be directly observed. Human occupation is always both embodied (person, agency) and embedded (context, structure). For analytical purposes, depending on (concrete) historical conditions, possibilities of human occupation manifest on continuums, for example; doing or/and doing-not; ordinary-extraordinary; political-apolitical, meaningful-meaningless, social-asocial, historic-ahistoric; constructive-destructive; intentional-unintentional; humanizing-dehumanizing, health promoting-harming health; nonviolent-violent; etcetera.

The notion ‘resources’ can constitute means and opportunities, and may be both internal and external, individual and collective, private and public, material (land, housing, water, jobs, money, institutional, etcetera) and immaterial (spiritual, relationships, intellectual, knowledge, capabilities, time, experiences, etcetera). The notion ‘available’: resources may exist, but are not considered as available to some people for person and/or context related (endogenous and/or exogenous) reasons. For example, access to education is guaranteed by the South African Constitution, but it may not be accessible. Or although, access to resources is guaranteed, internalized inferiority may not allow a person to regard the resource available due to fearing not being able to successfully make use of it. The notion ‘humans’: literally speaking, since 31 October 2011, our planet now hosts more than 7 billion of us, occupational beings. The fact that this statistic could be arrived at implies a set of common characteristics that allow humans to be identified and counted as such. However, a critical look at human history reveals that some humans count (matter as being) more human than others, that is, the notion ‘humans’ constitutes a matter of ‘the politics of being human’ (Kronenberg et al, 2015).

4) El movimiento OTwB, del que eres uno de los principales actores, apuesta por la existencia de diferentes Terapias Ocupacionales contextualizadas, para dar respuesta a las necesidades de las personas. Sin embargo, la disciplina parece resistirse a asumir esa pluralidad de visiones ¿a qué crees que es debido?

4) The movement Occupational Therapy without Borders (OTwB), of which you are one of the major players, bets that there exist different contextualized occupational therapies to meet people’s occupational needs. However, the discipline (profession) seems reluctant to adopt this plurality vision. Why do you think this may be?

Creo que esto es consecuencia lógica de la naturaleza institucional particular de profesiones y disciplinas, que tienen su origen y ha de entenderse en el contexto histórico de la división del trabajo (experto). Andrew Abbott, el sociólogo americano y teórico social, define una profesión libremente, como “grupos ocupacionales exclusivos, aplicando el conocimiento (abstracto) a casos particulares” (Abbott, 1988, p. 8). Por lo tanto, la característica distintiva fundamental de las profesiones de las ocupaciones (en general) es la posesión de un cuerpo abstracto de conocimiento en el que la ocupación centra sus demandas en el derecho exclusivo a controlar las actividades de trabajo específicas. Tiene que ver con el logro de la dominación económica y social en la sociedad (Abbott, 1988). Sobre la base de la comprensión de las profesiones propuesta por Abbott, institucionalmente hablando uno puede entender que una “pluralidad de visiones” se interprete como una forma de resistencia. Sin embargo, filosóficamente (o mejor ontológicamente hablando), es al menos irónico que los terapeutas ocupacionales deban luchar contra esta postura, teniendo en cuenta que los fundadores de nuestra profesión parecen haber abrazado la inter, trans y multidisciplinariedad (algunos pueden preferir el uso del término “holístico”) antes incluso de que esta “pluralidad de perspectivas” fuese acuñada. En otras palabras, un profundo reconocimiento de la complejidad, de la necesidad de emplear perspectivas de “360 grados” en cualquier situación dada, es uno de los principios fundacionales de nuestra profesión, es parte de lo que somos y por lo tanto lo que nosotros hacemos.

Los profesionales no están a cargo de sus profesiones y por lo tanto no son libres de emplearlas como mejor les parezca en un contexto dado. Las profesiones son básicamente instrumentos de sistemas que constituyen una red de relaciones hegemónicas de poder. Sin embargo, los terapeutas ocupacionales son personas libres de utilizar las ideas básicas que (en algún momento de la historia) dieron a luz a su profesión, de una manera que les permitan responder a las necesidades de la gente, sobre todo cuando se trata de interrumpir la adaptación de las personas a una sociedad enferma, posiblemente para abordar las cuestiones que hicieron a la sociedad enfermar primero. En otras palabras, adaptar el instrumento de la profesión para satisfacer las necesidades de las personas. Se trata de la alineación de la herramienta con una intencionalidad compartida (ocupación colectiva). En este sentido, yo diría que, institucionalmente hablando, una terapia ocupacional crítica no puede darse, porque un posicionamiento crítico exige una ruptura y transformación de las relaciones desiguales de poder, entre los profesionales como expertos y las personas como beneficiarias de sus servicios. Lo que sí es posible es que los profesionales opten por emplear la filosofía básica de la profesión para potenciar la capacidad de los humanos para influir en el proceso/estado de su salud a través de lo que hacen – desde una perspectiva crítica. Esto implica tomar proactivamente la iniciativa y asumir la responsabilidad de hacer terapia ocupacional en un recurso contextualmente sensible y con capacidad para dar respuesta a las necesidades ocupacionales de la sociedad en la que se encuentra. La responsabilidad del profesional, en este sentido, no es en primer lugar ante la institución de la profesión, sino ante las personas en la sociedad, cuya humanidad pueda estar siendo negada en gran medida, a consecuencia de su estado de salud y el de la sociedad.

En un artículo reciente en el South Africa Journal of Occupational Therapy (‘La Revista Sudafricana de la Terapia Ocupacional’) con el título “Southern Occupational Therapies: Emerging Identities, Epistemologies and Practices” (‘Terapias Ocupacionales del Sur: Identidades, Epistemologías y Practicas Emergentes’) con la coautoría de Alejandro Guajardo, reflexionamos críticamente sobre las condiciones históricas que dan forma a la institución de la terapia ocupacional, particularmente en las regiones de América del Sur y África. Esto implica un replanteamiento político, ético y epistemológico de las bases que sostienen identidades, conocimientos y prácticas de terapia ocupacional y sus efectos en la sociedad. Estos fundamentos pueden favorecer los procesos de exclusión y las visiones ahistóricas e individualistas de la ocupación humana, a diferencia de otras perspectivas sociales, expresadas en ocupaciones colectivas y que promueven prácticas basadas en los derechos humanos. Nos proponemos problematizar la construcción de una identidad profesional, conocimientos y prácticas de terapia ocupacional, haciendo hincapié en la necesidad de una disciplina liberadora, comprometida con y actuando junto a las personas y comunidades que se encuentran en situación de exclusión social. Esto implica el necesario posicionamiento de la terapia ocupacional en la transformación social (Guajardo, Kronenberg & Ramugondo, 2015).

I think that this logically follows on from the particular institutional nature of professions and disciplines, which originates and is to be understood in the historical context of the division of (expert) labor. Andrew Abbott, American sociologist and social theorist, defines a profession loosely, as ‘exclusive occupational groups applying somewhat abstract knowledge to particular cases’ (Abbott, 1988, p. 8). Thus, the critical distinguishing characteristic of professions from occupations (in general) is the possession of a body of abstract knowledge on which the occupation bases its claims for the exclusive right to control specific work activities. It has to do with achieving economic and social dominance in society (Abbott, 1988). Based on Abbott’s understanding of professions, institutionally speaking one can understand that a ‘plurality of visions’ meets with resistance. However, philosophically or better ontologically speaking, it is at least ironic that occupational therapists should struggle with this stance, considering that our profession’s founders seem to have embraced inter-, trans-, multi-disciplinarity (some may prefer to use ‘holistic’) before these ‘plurality perspectives’ terms had even been coined. In other words a deep appreciation of complexity, ‘360 degrees’ perspectives on any given situation, is one of our profession’s founding principles, it’s (to be) part and parcel of who we are and therefore what we (are to) do.

Professionals are not in charge of their professions and therefore are not free to employ these as they see fit in a given context. Professions are basically instruments of systems that constitute a web of hegemonic relations of power. However, persons who are occupational therapists are free to employ the basic ideas that (at some moment in history) gave birth to their profession in ways that enable them to meet the needs at hand, particularly when these are about disrupting the adaptation of people to a sick society, possibly by tackling issues that made society ill in the first place. In other words, to adapt the instrument of the profession to meet the needs instead of the other ways around. It’s about aligning the tool with a shared intentionality (collective occupation). In this regard, I would argue that, institutionally speaking, a critical occupational therapy cannot come about, because a critical positioning calls for a disruption and transformation of unequal power relations, professionals as experts versus people as recipients of their services. What is possible are persons who are professionals who choose to employ the basic philosophy of the profession – humans’ potential ability to influence the process/state of their own health through what they do – from a critical perspective, proactively taking initiative and responsibility for making occupational therapy a contextually responsive resource to the society in which they find themselves. Accountability in this regard is first and foremost not to the institution of the profession, but to the people in society who’s humanity may be largely negated and as a consequence their health and that of society harmed.

In a recent paper in the South Africa Journal of Occupational Therapy – ‘Southern Occupational Therapies: Emerging identities, epistemologies and practices’ – which we co-authored with Alejandro Guajardo, we critically reflect on the historical conditions that shape the institution of occupational therapy, particularly in the regions of South America and Africa. This involves a political, ethical, and epistemological rethinking of the foundations that underpin identities, knowledge and practices of occupational therapy and their effects on society. These foundations may favor processes of exclusion and ahistorical and individualist views of human occupation, as opposed to social perspectives expressed in collective occupations and human rights promoting practices. We propose to problematize the construction of a professional identity, knowledge and practices of occupational therapy, emphasizing the need for a liberating discipline, committed to and acting alongside people and communities who are in situations of social exclusion. This implies the necessary positioning of occupational therapy within social transformation. (Guajardo, Kronenberg, Ramugondo, 2015).

5) Desde de tu experiencia ¿Qué papel crees que juegan, hoy día, las Organizaciones Profesionales de Terapeutas Ocupacionales en la construcción de dimensiones más sociales y comprometidas de la profesión?

5) In your experience, what role do professional organizations of occupational therapists play today in building a more socially oriented and committed profession?

En primer lugar, creo que es honesto y apropiado revelar que – aunque he sido un miembro activo de las organizaciones profesionales durante los primeros años después de graduarme, hoy día no lo soy. La principal razón es que mi praxis (como compartí en la primera pregunta) se produce sobre todo fuera del ámbito institucional de nuestra profesión. Las terapias ocupacionales no tradicionales, hoy en día, son “enmarcadas” por nuestra profesión como “roles emergentes [Reino Unido]” o “prácticas emergentes [Estados Unidos]”. Dado que el mandato principal de una organización profesional es promover los intereses de sus miembros, en general yo veo que les cuesta lo que llamáis “la construcción de dimensiones más sociales y comprometidas de la profesión”. Sin embargo, sigo pensando que este tipo de organizaciones, a nivel local, regional y mundial, pueden y deben desempeñar sus funciones mediante la promoción de un ejercicio colectivo de conciencia ocupacional.

En este sentido, parece oportuno compartir que el pasado 25 de noviembre 2015, en nombre de la ejecutiva WFOT, Ritchard Ledgerd contactó por correo electrónico con todos los delegados de todas sus organizaciones miembro, invitándolos a supervisar y comentar la revisión de los Estándares Mínimos para la Educación de los Terapeutas Ocupacionales 2015 (5ª Versión) (‘2015 WFOT Minimum Standards for the Education of Occupational Therapists – Fifth Draft’) con un plazo hasta el 04 de enero de 2016 (!). Este correo electrónico y el documento en sí sólo se facilitó en Inglés, lo que exige a los colegas que no tienen conocimientos (suficientes) de este lenguaje hacer considerables esfuerzos adicionales para leer, y realizar propuestas significativas para honrar tal invitación. Se señaló, además, que este documento había sido elaborado tras una amplia consulta con las Organizaciones Miembro WFOT en 2013/2014 y la retroalimentación de un Grupo de Asesores Internacional en 2015.

También se proporcionaron los siguientes plazos: 1) Revisiones y comentarios hasta el 4 de enero de 2016, a enviar a: admin@wfot.org; 2) Distribución del Proyecto final entre las organizaciones miembro, junto con la agenda de la reunión del Consejo WFOT a finales de enero; 3) Presentación y discusión durante el “Focus Day” el 6 marzo 2016; 4) Votación que tendrá lugar durante la reunión del Consejo WFOT en Medellín, Colombia entre el 7 y el 11 de marzo 2016.

Aunque Terapeutas Ocupacionales sin Fronteras (OTwB) no es una organización profesional sino una red informal e internacional o como Frank & Zemke (2008) indican “un movimiento” de terapeutas ocupacionales proactivas que están comprometidos con lo que vosotros habéis llamado “la construcción de dimensiones más sociales y comprometidas de la profesión. OTwB ha influido significativamente en la generación de documentos de posicionamiento WFOT, empezando por el de Rehabilitación Basada en la Comunidad (2003) y siguiendo por el de Derechos Humanos (2006). Estos y otros documentos de posicionamiento están ahora pendientes de traducir en la revisión de los Estándares Mínimos para la Educación de los Terapeutas Ocupacionales 2015 (5ª Versión). Sin embargo, teniendo en cuenta el muy corto plazo fijado para la revisión (menos de un mes en realidad, contando que coincide con los días festivos y de dedicación familiar) que se ofrece y al que han sido invitados los delegados de cada asociación de la WFOT, no los programas educativos para los que el documento en teoría está destinado principalmente, uno no puede sino preguntarse cómo es de perspicaz nuestro “cuerpo gobernante mundial” para hacer operativa la terapia ocupacional convirtiéndola en un recurso socialmente capaz de dar más respuesta a las necesidades ocupacionales de sociedades en las que nos encontramos.

Como recordatorio, en el siguiente Congreso Mundial de la WFOT que se celebrará en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, del 22 al 25 de mayo de 2018, sin duda vamos a realizar nuestro mejor esfuerzo para honrar también las dimensiones sociales en este gran encuentro global de terapeutas ocupacionales.

Firstly, I feel it is only honest and appropriate to disclose that, although I have been during the early years after I graduated, today I am no longer a formal member of any professional organization. The main reason being that my praxis (as shared earlier in this interview under question 1) occurs mostly outside the institutional scope of our profession. Although nowadays non-traditional occupational therapies at times are ‘framed’ by our profession as ‘emerging roles’ [UK] or ‘emerging practices’ [USA]. Given that the main mandate of a professional organization is to advance the interests of its members, by and large I experience professional organizations as ’struggling’ with what you phrased as “building more socially committed dimensions of the profession”. However, I do think that such organizations, locally, regionally and globally, can and should play their roles by collectively exercising occupational consciousness.

In this regard it seems appropriate to share that as recent as 25 November 2015, on behalf of the WFOT executive, Ritchard Ledgerd contacted via email the delegates of all its member organizations inviting them to please review and comment on the revised 2015 WFOT Minimum Standards for the Education of Occupational Therapists (Draft V) by 4 Jan 2016 (!) This email and the actual document were however only communicated in English, which requires those colleagues who do not have (sufficient) command of this language to make considerable extra efforts to read, process and meaningfully honor the invitation. It was further noted that this document had been developed following extensive consultation with WFOT Member Organisations in 2013/2014 and feedback from an International Advisory Review Panel in 2015. The following timelines were also provided: 1) Review and comments returned to admin@wfot.org by 4th January 2016; 2) Final Draft circulated to Member Organisations with the WFOT Council Meeting Agenda at the end of January; 3) Presentation and discussion during Focus Day 6th March 2016; 4) Vote will take place during the WFOT Council Meeting in Medellin, Colombia 7 – 11th March 2016

Although Occupational Therapists without Borders (OTwB) is not a professional organization but more so an international informal network or as Frank & Zemke (2008) indicated a movement of proactive occupational therapists who are committed to what you phrased as “building more socially committed dimensions of the profession”. OTwB has significantly influenced the generation of WFOT position papers, starting with Community-Based Rehabilitation (2003) and followed by Human Rights (2006). These and other position papers are now to be translated in the revised 2015 WFOT Minimum Standards for the Education of Occupational Therapists (Draft V). However, considering the very short timeframe for revision (less than a month really, considering that it coincides with major family holidays) that is offered and who are invited for this task (WFOT association delegates, not educational programs for whom the document seems to be mainly intended), one cannot but wonder how keen our ‘world governing body’ is to operationalize occupational therapy to indeed become a more socially responsive resource to the societies in which we find ourselves.

As a reminder, at the next WFOT world congress in Cape Town, South Africa on 22 – 25 May 2018, we are certainly going to do our very best to also honor social dimensions at this grand quadrennial global gathering of occupational therapists.

REFERENCIAS

  • ABBOTT, Andrew (1988) The System of Professions: An Essay on the Division of Expert Labor. Chicago: University of Chicago Press, 1988.
  • AMERICAN OCCUPATIONAL THERAPY ASSOCIATION (2007) AOTA’s Centennial Vision and Executive Summary. American Journal of Occupational Therapy, 61, Pp 613–614.
  • GALTUNG, Johan (2004). Violencia, guerra y su impacto: Sobre los efectos visibles e invisibles de la violencia. Polylog. Foro para filosofía intercultural 5. Online: http://them.polylog.org/5/fgj-es.htm
  • GUAJARDO, Alejandro; KRONENBERG, Frank and RAMUGONDO, Elelwani L. (2015) Southern occupational therapies: Emerging identities, epistemologies and practices. South African Journal of Occupational Therapy [online]. Vol.45, n.1, pp. 3-10. ISSN 0038-2337. http://dx.doi.org/10.17159/2310-3833/2015/v45no1a2
  • KRONENBERG, Frank; KATHARD, Harsha; RUDMAN, Debbie Laliberte and RAMUGONDO, Elelwani L. (2015) Can post-apartheid South Africa be enabled to humanise and heal itself? South African Journal of Occupational Therapy [online]. Vol.45, n.1, pp. 20-27. ISSN 0038-2337. http://dx.doi.org/10.17159/2310-3833/2015/v45no1a4
  • KRONENBERG, Frank; POLLARD, Nick (2007) Superar el apartheid ocupacional: exploración preliminar de la naturaleza política de la terapia ocupacional. En: F. Kronenberg, S Simó Algado, N Pollard. Terapia Ocupacional sin Fronteras: Aprendiendo del espíritu de supervivientes. Editorial. Médica Panamericana, Madrid.
  • RAMUGONDO, Elelwani L. (2015) Occupational Consciousness. Journal of Occupational Science, 22:4, 488-501, DOI: 10.1080/14427591.2015.1042516 To link to this article: http://dx.doi.org/10.1080/14427591.2015.1042516
  • RAMUGONDO, Elelwani L.; KRONENBERG, Frank. (2013) Explaining Collective Occupations from a Human Relations Perspective: Bridging the Individual-Collective Dichotomy. Journal of Occupational Science. DOI:10.1080/14427591.2013.781920 – http://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/14427591.2013.781920

Un comentario sobre “Entrevista con Frank Kronenberg: “Las nociones de conciencia ocupacional y de ocupaciones colectivas son intencionalmente políticas”

  1. Gracias Pablo y Dani por hacernos llegar las reflexiones de Frank Kronenberg, ocupando los márgenes y poniéndole también un margen anguloso y flexible a la ocupación humana que busca transformarSER. Gracias por estas palabras que surgen de la experiencia-reflexión-acción-lucha-búsqueda y empezar de nuevo. Toda una inspiración para nuestra profesión. Gracias Frank
    “Me gustan los amigos que tienen pensamientos independientes, porque suelen hacerte ver los problemas desde todos los ángulos” Nelson Mandela

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