Decrecer. Una reflexión sobre el no hacer para poder ser y llegar a ser
“El crecimiento no es lo mismo que el desarrollo y el desarrollo no precisa necesariamente de crecimiento”. (Manfred Max-Neef)
Que las terapeutas ocupacionales tenemos incorporada en nuestro cuerpo ontológico una particular visión integradora del contexto en las evaluaciones y análisis sobre la funcionalidad, la salud y la calidad de vida de las personas es incuestionable. Se podría decir, sin temor a equivocarnos, que, fruto de la interpretación misma del desempeño ocupacional como una interacción dinámica entre la persona, su actividad y el entorno en el que se realiza, la terapia ocupacional tiene una posición privilegiada, frente a otras disciplinas sanitarias, para incorporar la influencia del contexto sobre la autonomía personal. No por casualidad, nos definimos como una profesión socio-sanitaria, sin que ello tenga que ver con nuestra capacidad para la intervención en contextos “no clínicos”, como a veces parece interpretarse en la estructura de publicaciones, congresos, o planes docentes, sino con la esencia misma de entender la salud como el proceso y el resultado de ocuparnos significativamente en la sociedad, con independencia del área de especialización del terapeuta o los problemas de salud que aborde más frecuentemente.
Sin embargo, quizá por la influencia de determinados paradigmas, por las particularidades del desarrollo del ejercicio de la profesión en nuestro contexto, o por una implantación de la disciplina vinculada a una práctica en recursos asistenciales, con pocas o nulas oportunidades para el desarrollo de estrategias de acción comunitarias, nuestra entrenada y aguda visión sobre el medio ambiente ha arrastrado cierto velo de opacidad. Incluso entre quienes sostienen una práctica y una teoría de la terapia ocupacional socio comunitaria, abiertamente más permeable a la incorporación de las influencias de los contextos históricos, sociales y políticos sobre la ocupación y la salud, la dimensión ecológica (entendida como una atención específica sobre la problemática medio ambiental y su vinculación con la ocupación humana) es relativamente reciente.
Pablo (1) abría, a este respecto, la Editorial del último número de la Revista de Estudiantes de Terapia Ocupacional, como forma de llamar la atención sobre lo que, con toda probabilidad, se va a convertir (si no lo es ya) en el principal problema de salud de las sociedades presentes y futuras; y el escaso interés que, en contraposición, parece despertar en el colectivo de terapeutas ocupacionales, a tenor del número de producciones teóricas, prácticas y científicas, y el tímido (por no decir testimonial) impulso al abordaje de esta cuestión ejercido por los liderazgos organizativos de la profesión. Si bien es necesario mencionar que, al menos, la WFOT haya dedicado el último número de su revista a estos aspectos (2): “Si la crisis es de escala planetaria, al menos parte de su mitigación y la promoción de la ocupación ética sostenible pueden descansar en el trabajo con individuos y grupos con conceptos relacionados con la justicia, como la administración ocupacional y la ecopación. Al navegar por los tiempos tormentosos e intempestivos que se avecinan, la terapia ocupacional puede ofrecer intervenciones prácticas y factibles a través de las cuales todos puedan participar en el cambio”.
Llama la atención, como bien decía, que, existiendo una profusa producción de conocimiento en relación a cómo el ser humano se adapta y domina su entorno a través de la ocupación, éste encuentre dificultades para orientar sus prácticas disciplinares hacia a un desempeño ocupacional sostenible. A no ser que, como ya hemos apuntado en otras reflexiones en este Blog, el papel (soterrado) que esté desempeñando la terapia ocupacional sea el de reproducir prácticas normativas orientadas a la estabilidad del sistema y el sostenimiento del status quo. En este sentido, la generación de evidencia científica, aislada de una crítica socio política referida a sus fines, pueden conducirnos hacia la reproducción de prácticas contrarias al bienestar de las personas y las comunidades en el medio y largo plazo.
Ciertamente, otros autores llevan años reflexionado y produciendo conocimiento que nos orienta hacia el necesario abordaje de la emergencia climática resultado de la acción humana. En nuestro contexto, Salvador Simó ha propuesto el concepto de ecología ocupacional (3) y defendido la práctica de una terapia ocupacional eco-social, como instrumento de sensibilización y estrategia de “reflexión/acción” para que las terapeutas ocupacionales empezásemos a considerar que “la ocupación humana debe jugar un rol clave en la restauración de la crisis medioambiental” (4).
Sin embargo, parece honesto reconocer que, aún a sabiendas de cuál es el mandato, las terapeutas ocupacionales encontramos dificultades para traducirlo en prácticas concretas ocupacionalmente reparadoras de nuestro entorno. Con este fin, considero que toda aportación que pueda ayudar a desentrañar la forma en que llevamos de la teoría a la práctica esta misión, debe ser acogida de buen grado.
En nuestro contexto y cada vez en mayor medida, la ocupación humana está vinculada al consumo y a la tenencia de objetos. Las herramientas, útiles, e instrumentos han pasado de ser medios a ser fines en sí mismos, reduciéndose su vida útil casi a los periodos en que se mantiene vivo el deseo de poseerlos; mientras que las ocupaciones, en la mayoría de los casos, se encuentran intermediadas por transacciones económicas. La Pandemia que estamos viviendo puede ser un buen ejemplo de ello, si atendemos a cómo los legisladores han restringido, por ejemplo, el uso de parques, jardines y espacios abiertos, y han alentado la actividad de comercios, bares, etc. cuando la evidencia justificaba hacer precisamente todo lo contrario.
Es en este entorno, donde la ocupación humana, entendida en todas sus dimensiones y facetas, está sirviendo a la perpetuación de un modelo económico que, sabemos, atenta contra la vida del planeta y, por tanto, contra la salud de las personas y comunidades. Es aquí, donde el concepto de “decrecimiento”, entendido como un necesario llamamiento al “no hacer” o, al menos, al ocuparnos de una manera reflexiva y consciente, que limite un compulsivo activismo vinculado al consumo de bienes y recursos, tiene un impacto directo sobre el ser de las personas y el llegar a ser de las futuras generaciones.
No es casual que ya en 2010, el Congreso de la WFOT celebrado en Chile incluyera como conferenciante inaugural a Manfred Max-Neef (5), economista, ambientalista y activista político, y que solo dos años después la propia Organización se posicionase frente a la sostenibildiad ambiental de la terapia ocupacional (6), con un documento que, como casi todos los suyos, tiene una dimensión más estética que ética, en tanto en cuanto, no se acompaña de acciones y recursos concretos para su impulso y asunción por las organizaciones miembro o los planes de estudio que cuentan con su beneplácito. Lamentablemente, sin un liderazgo real capaz de seducir a los profesionales para posicionar en el centro de las prácticas y los discursos el problema ambiental y persistir en determinadas necesidades desde una dimensión institucional, es complejo que determinados cambios disciplinares emerjan y arraiguen de abajo hacia arriba.
Pero bueno, no podemos por ello renunciar a la parte de responsabilidad individual que nos toca, referida a, como indica nuestro Código Deontológico (7): “prestar especial atención a las situaciones de injusticia ocupacional y los factores estructurales que las sustentan”. En esta línea, quizá merece la pena seguir compartiendo ideas, como ya hiciera Liliana Mª Caputo (8), sobre los cambios a incorporar en nuestro ejercicio profesional cotidiano que pudieran aproximarnos hacia una práctica verde de la terapia ocupacional orientada y un desempeño ocupacional humano sostenible:
Frente a la deforestación: reducir el consumo de papel en nuestra vida personal, en nuestras instituciones y recursos. Recuperar el consumo alimentario de productos de temporada y de proximidad aprovechando nuestra dieta mediterránea tradicional y reduciendo el consumo de carne y productos no autóctonos, apoyándonos en otros miembros del equipo especialmente cualificados para abordar esta cuestión.
Frente a los incendios forestales: promover alternativas a la vida urbana, contribuir a la recuperación de ocupaciones tradicionales (con un objetivo laboral o no) que ayuden al cuidado de los montes, fomentar un ocio informado e incluso específicamente orientado al cuidado y recuperación de entornos naturales a través de la reforestación, la repoblación o la recuperación de espacios naturales.
Frente a las sequías: influir sobre un uso responsable del agua, la contaminación y el vertido de tóxicos en mares y acuíferos en las actividades de la vida cotidiana tanto en los entornos naturales como en los recursos asistenciales.
Frente a la generación excesiva de residuos: Incentivar una conciencia ocupacional en relación al consumo que ayude a tener en consideración la huella ambiental y humana de determinadas formas de producción y comercialización de bienes. Eliminar el consumo de plásticos de un solo uso en la vida cotidiana, fomentar al máximo el reciclaje, comprar a granel o evitar la compra de alimentos envueltos, e incentivar un consumo ajustado a las necesidades reales para evitar el desperdicio. Fomentar la restauración, reparación, reutilización y donación de muebles, ropa, electrodomésticos y otros objetos para alargar su vida útil. Integrar esta mirada cuando intervenimos sobre los autocuidados, la gestión económica o determinadas actividades instrumentales de la vida cotidiana, también cuando nos referimos a los materiales, el mobiliario, los servicios o los residuos de nuestros propios centros o departamentos.
Frente a la contaminación del aire: incentivar el uso del transporte público y el uso de medios de transporte alternativos al coche como estrategia, además, para reducir un sedentarismo creciente en nuestra sociedad. Reducir el consumo de carne. Promover el consumo de energías alternativas procedentes de fuentes renovables. Reducir el consumo de productos químicos.
Y a nivel organizativo e institucional…
- Reclamar a nuestras Colegios, Empresas, Universidades e instituciones planes de ahorro y eficiencia energética y el consumo de energías de fuentes sostenibles.
- Reciclaje de residuos y promoción de vías alternativas de comunicación que supongan el ahorro de papel.
- Análisis de impacto de la huella de carbono de su actividad y medidas específicas para su reducción o empleo de una partida económica específica como contraprestación.
- Incorporar cláusulas sociales y verdes en todos los procesos de contratación y compra de bienes y servicios de tal manera que se garantice que, aquello que se consume ha sido producido por medios respetuosos con el medio ambiente o que la prestación que se recibe se lleva a cabo bajo condiciones laboralmente seguras y sueldos que posibilitan una vida digna.
- Impulso de incentivos económicos para los/as trabajadores/as que acudan empleando medios alternativos de locomoción, andando o en transporte público al trabajo. Incentivar, en aquellos casos en los que sea posible, el teletrabajo o la racionalización de horarios empresariales como estrategia para reducir el consumo energético y la contaminación
- Reestructuración de las jornadas de trabajo para posibilitar una conciliación de la vida personal y familiar que facilite un consumo más racional y consciente de recursos.
- Impulso de becas de investigación específicas que contemplen esta dimensión ambiental, para una mayor generación de conocimiento vinculado a la terapia ocupacional verde.
Os animamos a seguir construyendo y compartiendo. Os leemos.
REFERENCIAS:
(1) CANTERO GARLITO, Pablo. De nuestro cuidado al cuidado de nuestro entorno: la Terapia Ocupacional frente a la crisis medioambiental. Revista de Estudiantes de Terapia Ocupacional, [S.l.], v. 7, n. 2, p. i-v, jul. 2020. ISSN 0719-8264. Disponible en: <http://www.reto.ubo.cl/index.php/reto/article/view/94>
(2) Pollard N., Galvaan R., Hudson M., et alt. Sustainability in occupational therapy practice, education and scholarship. World Federation of Occupational Therapists Bulletin. Volume 76, 2020 – Issue 1 Disponible en: https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/14473828.2020.1733756
(3) Simo Algado S. Terapia ocupacional y sostenibilidad EcoSocial: la Ecología Ocupacional. TOG (A Coruña) [Revista en Internet]. 2011 [fecha de la cita]; Vol 8, Supl 7: p 25- 42. Disponible en: http://www.revistatog.com/suple/num7/ecologia.pdf
(4) Simó Algado S. Terapia ocupacional eco-social: hacia una ecología ocupacional. Cad. Ter .Ocup. UFSCar, São Carlos, v. 20, n. 1, p. 7-16, 2012 http://dx.doi.org/10.4322/cto.2012.001
(5) Emeric Méaulle D y Cantero Garlito P. XV Congreso WFOT (II): “La necesidad de una terapia anti-neoliberal” http://aexto.blogspot.com/2010/05/xv-congreso-wfot-la-necesidad-de-una.html
(6) WFOT. (2012). Documento de posicionamiento: Sustentabilidad / Sostenibilidad Ambiental Práctica Sustentable / Sostenible de la Terapia Ocupacional, 1-3.
(7) COPTOCAM. Código Deontológico del Colegio Profesional de Terapeutas Ocupacionales de la Comunidad de Madrid https://www.coptocam.org/wp-content/uploads/2019/10/C%C3%B3digo-deontol%C3%B3gico_COPTOCAM.pdf
(8) Caputo Liliana Mª (2019) Terapia Ocupacional y emergencia climática ¿y ahora qué hacemos? https://ocupandolosmargenes.org/terapia-ocupacional-y-emergencia-climatica-y-ahora-que-hacemos/